3236 - Torturas y genocidios
N. Lygeros
Traducción al español de Eduardo Lucena González y Olga Raptopoulou
Todo sistema que ha cometido un genocidio ha utilizado la tortura como herramienta y como arma. El genocidio por sí solo no asegura el resultado deseado, dado que siempre hay sobrevivientes. Las torturas en este caso funcionan como una válvula de seguridad. Se basan en el esquema mental de la incriminación de la víctima. Y aquí todo está permitido con tal de que dé resultado. El sistema puede hacer que las víctimas vigilen a otras víctimas, que delaten a otras víctimas, que toquen música de modo que los gritos de otras víctimas no se oigan, puede hacer en general que las víctimas compitan entre sí por su supervivencia, que se coman a otras víctimas. Dichas situaciones tuvieron lugar en los genocidios de los armenios, judíos, ucranianos y pónticos. En cualquier caso la víctima se siente culpable. Por lo tanto, incluso si la victima sobrevive después de la exterminación de los suyos, no le será fácil denunciar y acusar al sistema. En este marco artificial de cooperación el sistema desarma a sus futuros enemigos. Y de esta manera contribuye cada víctima que ha sobrevivido al genocidio de la memoria, porque las mismas víctimas no se atreven a hacer ninguna mención ya que consideran que algunas acusaciones se podrían volver en su contra. Han sido víctimas de una guerra psicológica y no pueden deshacerse de sus culpas. Es, pues, importante y necesario, cuando todavía estamos en el inicio del proceso de reparación, o sea en la fase de reconocimiento, explicarles a las víctimas lo que han sufrido. Esta terapia cognitiva les permite concebir el papel que tienen que desempeñar en la demostración de la culpabilidad del sistema. Ya no son sólo víctimas engañadas por el sistema que no se atreven a hablar. Se han dado cuenta de lo que el sistema se había inventado y lo demuestran con su testimonio. Este fenómeno también explica el retraso normal que se da a la hora de acusar de genocidio a un sistema. No es sólo este el que tarda de diversas formas débiles el proceso de reconocimiento, sino también las propias víctimas, quienes necesitan tiempo para evolucionar y convertirse ellas mismas en luchadores por el reconocimiento. En esta etapa el conjunto de las víctimas es vulnerable y debe fortalecerse de manera efectiva por los Justos con el fin de superar el obstáculo de la culpabilidad creada por el sistema. Las torturas, en el marco de un genocidio, no consiguen el mismo resultado que las otras. Esto es lo que tenemos que concebir para ayudar realmente a las víctimas.