El genocidio no es fe
que los fieles creen
y los infieles dudan,
sino una realidad
independiente de nosotros
que nadie, por supuesto,
puede ocultar
de lo contrario, el olvido
y la mentira van a ganar,
por lo tanto
la memoria y la verdad
tienen que ser protegidas
por los seres humanos
y los monstruos,
porque las bestias
están siempre listas
a devorarlas
al menor error
que será cometido
por los luchadores de la paz
y de los derechos
que nos ofrecen
la libertad del pensamiento.